La cuestionada iniciativa de suprimir las bolsas plásticas del comercio ha servido principalmente para crear un gran problema a la ciudadanía, en especial, a sectores de menos recursos económicos.
Primero, porque hemos visto que muchos negocios que venden menos de 100 mil UF (2.700 millones de pesos) en el año, igual se han aprovechado de eliminarlas, disminuyendo sus costos, pese a estar obligados solo desde agosto del 2020 (ver ley 21.100 en Internet).
Segundo, porque los que sí están obligados, como grandes supermercados, o tiendas de departamentos o cadenas de farmacias, tampoco están entregando bolsas alternativas. O no entregan nada o cobran por las bolsas. Parece
que medio mundo cree que el problema de la eliminación de las bolsas
plásticas lo debe solucionar el comprador, en circunstancias que los
envases para el traslado de lo comprado siempre fue una obligación -o
servicio- brindado por el vendedor.
En cuanto a la real utilidad de esta ley, así como muchos que se ponen a pensar un poco más allá de la apariencia inicial, concluyen que es bastante escasa. El polietileno es un gran invento tendiente a facilitar la vida a la gente; la solución no debe pasar jamás por dificultársela (¿qué viene luego: automóviles sin componentes plásticos, celulares sin plástico, encareciendo todo y perjudicando a sectores más vulnerables?).
Además, esa prohibición incrementará la venta de las típicas bolsas plásticas negras para la basura, ya que la gente no podrá usar las de supermercado para ello y, por otro lado, aumentará la tala de bosque, para hacer frente al incremento en la producción de bolsas de papel, con los efectos que eso puede llevar precisamente contra el medio ambiente.
Como ha dicho el Presidente de la ODECU, "producir una bolsa de papel o de género es más caro en términos medioambientales, ya que requiere más procesos, que una bolsa plástica. Esto es, desde mayor cantidad de materiales y mano de obra, hasta una mayor emisión de CO₂ al ambiente".
Las autoridades, de todos los colores, dicen sentirse orgullosas de que Chile sea el primer país en Latinoamérica que elimina totalmente las bolsas plásticas. Este chauvinismo barato resulta repulsivo.
Como ha dicho el Presidente de la ODECU, "producir una bolsa de papel o de género es más caro en términos medioambientales, ya que requiere más procesos, que una bolsa plástica. Esto es, desde mayor cantidad de materiales y mano de obra, hasta una mayor emisión de CO₂ al ambiente".
Las autoridades, de todos los colores, dicen sentirse orgullosas de que Chile sea el primer país en Latinoamérica que elimina totalmente las bolsas plásticas. Este chauvinismo barato resulta repulsivo.
El populismo ecológico, ante el cual se quedan sin respuesta los políticos sin carácter, ya está dando sus pésimos frutos.
Ante esta situación, el llamado es a preferir los negocios que cumpliendo la ley, porque venden al año menos de 2700 millones, siguen entregando bolsas plásticas. Y para aquellas grandes empresas, con ventas superiores a ese monto, preferir a quienes entreguen bolsas alternativas gratis o de precio reducido.
Ante esta situación, el llamado es a preferir los negocios que cumpliendo la ley, porque venden al año menos de 2700 millones, siguen entregando bolsas plásticas. Y para aquellas grandes empresas, con ventas superiores a ese monto, preferir a quienes entreguen bolsas alternativas gratis o de precio reducido.
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