Ser vulcanólogo es como ser un sismólogo: un practicante de una ciencia absolutamente inexacta. Siendo así es lamentable que ellos mismos, y la opinión pública, le hayan dado el carácter de predicciones certeras a sus meros comentarios de lo que podía suceder con el Volcán Chaitén, en circunstancias que no le han achuntado a una, haciendo que una ciudad se haya dejado abandonada a su suerte, con todos los problemas que ello trajo consigo.
Una de las lecciones de este episodio es que hay que becar a muchas de esas personas para que se especialicen un poco más en otra parte.
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